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Historia de Ricla

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Edad Antigua

Los historiadores centran la importante ciudad celtibéra de Nertóbriga en el término municipal de la actual Ricla. Aunque la localización estratégica del monte Agualí, entre los ríos Jalón y Grío, hacen de éste un lugar idóneo para el emplazamiento de la ciudad celtíbera, en la actualidad no se puede constatar su localización exacta.

Por otra parte, el escudo de Ricla, en donde aparece una piel de lobo atravesada por una lanza, hace alusión a la rendición de Nertóbriga al cónsul romano Marcelo Claudio Marcelo. Ello ocurrió en el marco de la segunda guerra celtíbera, en el año 152 a.C.

Pasado Romano

La invasión romana también llegó a este pueblo. Prueba de ello son los restos de un puente que ahora está cubierto por las piedras que ha arrastrado el río. Además hace unos años se hallaron en frente de las piscinas municipales varias tumbas con ajuar funerario romano que fueron datadas entre los siglos II-III d.C y que pudieron formar parte de una necrópolis más amplia.

Del pasado romano de Ricla sólo quedan los restos de un puente, ahora cubierto por las piedras que ha arrastrado el río. Asimismo, varias tumbas con ajuar funerario romano halladas cerca de las piscinas municipales, fueron datadas entre los siglos II y III d.C. Se piensa que pudieron formar parte de una necrópolis más amplia.

No hay datos del pasado visigótico de Ricla. Hay dudas sobre algunas tumbas halladas en la década de 1960, de las que se desconoce si fueron visigodas o musulmanas. Algunos autores han querido ver en el topónimo Ricla un origen visigodo (Rikila).

La Rikla Musulmana

En el año 711 se produce la invasión árabe de la Península Ibérica. A su paso por Nertóbriga, en su camino hacia Zaragoza, las tropas de Muza ocuparon Nertóbriga.

Si por algo destaca este municipio zaragozano es por su pasado mudéjar en la morfología de sus calles, en elementos arquitectónicos y en sistemas de riego, como las acequias.

Tras la reconquista de Alfonso I en el 1120, la tenencia de Ricla estuvo, entre otros, en manos de Ato Orella, Lope López, Arnal Mir y García Ortiz de Alberto. Es en esta época cuando el pueblo quedó dividido en dos zonas diferenciadas. La parte alta es ocupada por los moros y la baja por los cristianos. El muro que dividía la población tenía dos puertas que estaban abiertas durante el día y se cerraban por la noche. Aún se conserva el arco de una de las dos puertas, el Arco de San Sebastián, situado en la calle de la Hombría.

En 1394, el rey Martín I donó la villa de Ricla a su cuñado D. Juan López de Luna en agradecimiento por sus servicios prestados. La casa de Ricla fue considerada como una de las ocho grandes Casas nobiliarias de Aragón por Carlos I.

Durante siglos en las calles de este pueblo convivieron musulmanes, cristianos y anteriormente judíos, hasta 1610, año de la expulsión de los moriscos en Aragón. La expulsión hizo que la localidad quedara prácticamente despoblada. Este hecho obligó a traer nuevos pobladores, cuarenta y cuatro familias que se encargaron de llenar el vacío dejado por los riclanos expulsados.

Arco San Sebastian Ricla
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