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En Ricla se han celebrado festejos en honor a varios santos. Se puede destacar la celebración de las hogueras en honor a san Babil, a san Antón. Las fiestas para san Blas, san Pedro, san Juan o las numerosas romerías que se organizaban desde el siglo XV hasta finales del XVIII a la ermita de santa Ana y antes a la de san Pedro; las que se siguieron celebrando a la Virgen de los Palacios o la de la Virgen de Rodanas, que todavía cuenta con un amplio número feligreses que cada año recorren caminando los 16 kilómetros que separan Ricla de Rodanas para rendir culto a la Virgen.
Una de las más importantes es la fiesta de la Virgen del Carmen, cuya cofradía todavía presume de un importante número de socios y que ha sido durante años una de las principales fiestas de Ricla. Hasta mediados del siglo XX, el 16 de julio era festivo en la localidad y en torno a estos días se celebraba un sinfín de actos lúdicos, carreras, cucañas y bailes equiparables a las fiestas mayores. Hoy, la charanga vuelve a recorrer las calles del pueblo el día de la víspera, anunciando la fiesta del Carmen. Los vecinos de la calle del Carmen, obsequian con pastas y moscatel a todo el que baile y recorra el pueblo a ritmo de la charanga y, el día del Carmen, la cofradía organiza un aperitivo para todos los cofrades después de la santa misa, momento en el que se sortea una imagen de la Virgen. Año tras año, los devotos de la Virgen del Carmen esperan esta fiesta con orgullo y emoción.
La Virgen de La Media Villa es otra de las protagonistas del pueblo. La cofradía devota de esta Virgen fue la más importante y la que mayor influencia tuvo en Ricla durante siglos.
Analizar el origen del culto en todos estos santos es una ardua y difícil tarea ya que en la actualidad apenas existe información relativa a estas prácticas, muchas de ellas olvidadas. Pero en Ricla todavía hay fiesta.
Las celebraciones en honor a las reliquias de santa María Magdalena y las fiestas en Honor a san Teopompo y san Sinesio (los ‘santicos’) son los principales actos que todavía hoy festejan los riclanos. A continuación se presenta el origen, las características y peculiaridades de estas dos celebraciones que cada año marcan un punto y seguido en la vida de los vecinos quienes, durante unos días olvidan sus trabajos y tareas diarias para celebrar sus fiestas mayores.
“Por una grande tributación que se falló en el pueblo de pestilencia en el año 1495 por razón de la cual tomaron por advocación a la gloriosa Magdalena jurándosela justicia y jurados en la voz del pueblo, hacer procesión a pies descalzos por donde vaya el Santísimo sacramento y prometieran que todos los chicos y grandes paguen seis dineros los cuales han de ser uno para cirios y los otros han de ser distribuidos en misas por las ánimas del purgatorio y esto para siempre” `[Archivo parroquial Ricla]. Este apunte hace referencia al inicio del voto a Santa María Magdalena en Ricla como principal patrona. A partir de ese momento se celebró misa cantada y procesión cada 22 de julio.
Hubo que esperar a 1578 para que el capitán Domingo Rasera, natural de La Almunia de Doña Godina, participara en una batalla en la ciudad de Ruremunda (Países Bajos) contra los herejes. El capitán Rasera llegó hasta los sitiadores y consiguió liberar a los habitantes de Ruremunda, que agradecidos con sus liberadores, les ofrecieron toda clase de obsequios. El almuniense Domingo Rasera, que destacaba por su ferviente catolicismo, solo aceptó una madejita de cabellos de Santa María Magdalena. Estas reliquias fueron enviadas a su pueblo natal, para que recibieran el culto debido. Sin embargo pronto quedaron arrinconadas y olvidadas durante casi 100 años.
En el año 1674 se desató una gran tormenta en La Almunia que rompió parte del muro donde estaban depositadas las reliquias. Al comprobar los daños ocasionados por la tormenta aparecieron los cabellos de Santa María Magdalena. Los vecinos de Ricla, al tener noticia de la aparición de restos de su patrona, decidieron solicitar una porción de las reliquias a través de una carta remitida por el párroco Felipe Alberto Sánchez dirigida al Prior y Justicias de la Almunia.
Las autoridades eclesiásticas y civiles de ambas localidades partieron en procesión el segundo domingo de octubre de 1674 para hacer la entrega de los cabellos de la Santa. A partir de entonces se formó en Ricla una cofradía que el segundo domingo de cada mes de octubre celebraba varios actos para recordar el acontecimiento. Entre los festejos destacaba la romería hasta el lugar donde se realizó la entrega de las reliquias y donde más adelante se levantaría un peirón conmemorativo. Estas romerías se celebraron durante más de 250 años de manera anual pero poco a poco el número de cofrades fue mermando y la romería dejó de celebrarse. La Asociación Cultural ‘Ricla y sus Raíces’ fue la encargada de recuperar esta histórica tradición en 1997. Desde entonces los riclanos vuelven al peirón cada año, donde celebran un día de hermandad recordando aquel segundo domingo de octubre de 1674.
1495 fue el año en el que los riclanos iniciaron el voto a Santa María Magdalena como patrona del pueblo y comenzaron a conmemorar a la Santa cada 22 de julio. Pero la llegada de las reliquias a la localidad hizo que el motivo de las fiestas cambiara, desde entonces se celebraron las fiestas ‘en Honor a las reliquias de Santa María Magdalena’.
Con un nombre u otro, desde el año 1495 en Ricla siempre ha habido fiesta cada 22 de julio. Sin embargo, hasta la segunda década del siglo XX, las fiestas patronales se celebraban durante la segunda semana de octubre.
La coincidencia de estas fiestas con el Pilar y el mal tiempo de esas fechas hizo que se decidieran cambiar a la primera semana de septiembre. Esto fue así hasta el año 1980 cuando se decide trasladar las fiestas patronales para que coincidan con el día de celebración de la Santa, el 22 de julio. Desde la década de los 80 hasta la actualidad las fiestas comienzan el día 21 de julio (el día de la víspera), aunque dependiendo del calendario pueden celebrarse actos los días anteriores. El día grande de Ricla es, desde 1495, el 22 de julio.
Si algo debe destacarse de los actos que se celebran en las fiestas de Ricla es la constancia y la tradición. Desde el siglo XIX las actividades que se llevan a cabo estos días apenas han sufrido cambios y en pleno siglo XXI los vecinos se siguen divirtiendo con las mismas prácticas que sus antecesores.
Los escasos cambios que ha habido han estado relacionados con los actos religiosos, que han disminuido aunque siguen siendo las celebraciones más importantes de las fiestas. Música, danzas, corridas de vaquillas, fuegos artificiales y fraguas de Vulcano eran actividades complementarias a las prácticas religiosas en el siglo XIX en la localidad.
Durante el siglo XX a estas tradiciones se suman las corridas de pollos, las cucañas, juegos y cabezudos. Hasta esta época era costumbre dar limosna a los pobres durante los días de fiestas, que luego pasó a convertirse en la donación de bonos para ir a las vaquillas, costumbre que los vecinos efectuaron hasta mediados de los 70.
La llegada de las bicicletas al pueblo sirvió para la celebración de varios juegos y actividades deportivas. López Cobos participó en la década de los 40 en las ‘carreras de cintas’, una competición en bici que finalizaba con la colocación de una cinta en una anilla. Cada cinta pertenecía a una chica del pueblo que podía anotar su nombre e incluso una dedicatoria en ella.
Las fiestas de 1945 fueron testigo de uno de los conciertos más importantes y hermosos que ha presenciado la localidad. La Banda Provincial, formada por 36 músicos, ofreció un espectáculo en el municipio al que acudieron vecinos de toda la comarca. Este acto pudo realizarse gracias al apoyo del párroco de La Almunia que era el presidente del Hogar Pignatelli de Zaragoza (sede de la banda provincial). Antonio López, vecino del municipio que recuerda este concierto, apunta que esta banda realizó el concierto de forma totalmente gratuita.
Las carreras de cabras eran unas de las actividades más divertidas de las fiestas de mediados del siglo XX. Los jóvenes luchaban por llegar los primeros a la meta encima de una cabra con grandes cuernos y conseguir los cinco duros que recibía el primero, toda una fortuna.
Algunas competiciones no han cambiado pero sí lo han hecho los premios y galardones que recibían los ganadores. Las cucañas han estado presentes en todos los programas de fiestas. Colocaban una cuerda en la actual Plaza Aragón de lado a lado de la plaza y en ella colocaban latas con diferentes objetos dentro. “Eran muy típicas las latas que contenían sostenes de mujer”, recuerda Antonio López quien asegura que en las carreras de saco eran típicos los pollos de corral como premio.
Los festejos taurinos han sido una constante en Ricla desde hace siglos. Antonio López Cobos es la persona más longeva del pueblo que actualmente cuenta con casi 101 años y recuerda cómo a mitad del siglo XX las vacas llegaban al pueblo caminando, pasaban el puente Juncal, cruzaban el Arco de San Sebastián y entraban en la Plaza de España por la calle de la Hombría. Sería importante reseñar la importancia que han tenido las corridas de toros en Ricla durante años. La celebración de novilladas benéficas, para ayudar en la construcción de la Residencia de Ancianos primero y de la Plaza de Toros después, trajo a esta localidad durante varios años a las principales figuras nacionales del arte taurino que, de manera totalmente desinteresada, venían año tras año llenando la plaza de aficionados al mundo del toro.
No todos los actos han llegado a nuestros días, hay algunos que han estado muy atados a las novedades sociales y los gustos de la época. Ejemplo de ello es la carrera ciclista del año 1942. Antonio López fue uno de los participantes de esta carrera en la que competían tres bicicletas, las únicas del pueblo. La salida se efectuó desde el Pilón de los Santos y los deportistas debían correr tres kilómetros.
Las mujeres tienen un papel protagonista en las fiestas mayores del pueblo. Cada año la Comisión de Festejos elige a las jóvenes que representarán, a lo largo de todo el año y especialmente durante las fiestas patronales, a la mujer riclana. Son las Reinas de Fiestas, una tradición que arrancó en el año 1962 y todavía sigue ilusionando cada año a un grupo de niñas y jóvenes que lucen sus mejores galas durante los días de fiesta. Además, en Ricla se ha querido homenajear de manera especial a todas las mujeres del pueblo y por ello cada año se celebra el Día de la Mujer, una jornada en la que todos los actos giran alrededor de la figura femenina. El día comienza con una misa y procesión en Honor a las mujeres de la localidad, continúa con una chocolatada y juegos tradicionales que dan paso a una comida de hermandad. El acto taurino de la tarde también está orientado para mujeres que terminan el día con un animado baile.
“Decimos que por cuanto es y ha sido tradición antiquísima y de tiempo inmemorial traída y conservada de padres a hijos, de ancianos a jóvenes y de unos a otros, que en esta presente villa de Ricla, olium ciudad nobilísima llamada Nertóbriga, hay sepultados y enterrados en la puerta baja de dicha ciudad, ahora llamada Ricla dos cuerpos de santos mártires llamados San Theopompo y San Sinesio”… “se comprometen a observar, guardar y cumplir inviolable y perpetuamente como día festivo el 21 de mayo y a tener a los referidos santos como segundos patronos y cortejarlos con misa cantada y sermón en el seguro de que estos santos mártires san Teopompo y san Sinesio patrocinarán, asistirán y ampararán con su intercesión y ruegos al Altísimo en todo lo temporal y espiritual[1]” En este documento se formaliza ante notario el voto que pasa a convertirse en una responsabilidad del pueblo de forma perpetua.
Debemos remontarnos al año 303, época de las persecuciones a maniqueístas y cristianos por parte de Diocleciano, para analizar el origen de la devoción a San Teopompo y San Sinesio (‘los Santicos’) en Ricla. A partir de esa fecha el emperador prohibió el culto cristiano, destruyó templos y libros sagrados, encarceló al clero y obligó a todos los ciudadanos del imperio a hacer sacrificio a los dioses romanos. Entre los cristianos que se negaron a sacrificar a estos dioses y que fueron sometidos a horribles martirios se encontraban Teopompo y Sinesio.
Cuenta la leyenda que el obispo Teopompo instruía a sus feligreses en perseverar la fe de Cristo. El pretor Daciano, que conocía las prácticas de Teopompo, lo mandó llevar ante él con el fin de que rindiera culto al panteón pagano. Daciano ordenó a sus tropas varias torturas que acabaran con la vida de Teopompo. Curiosamente el cristiano salió ileso de todas ellas. Hastiado de que no hubiera manera de aniquilarlo, Daciano ordenó que lo degollasen el 21 de mayo de 304 en el barranco de Las Lagunas (término municipal de la actual Ricla) donde el P. Fita sitúa la parte baja de las murallas de Nertóbriga.
Curiosamente existe una leyenda sobre el martirio de San Teopompo muy parecida a ésta que lo sitúa en Nicomedia (Anatolia) pero la falta de fuentes documentales fiables en ambos casos nos impide conocer con certeza el lugar exacto donde ocurrió el martirio.
El converso Sinesio mantuvo rotundo su creencia en la fe de Cristo y padeció también el martirio: excavaron una zanja y lo enterraron vivo en ella, después de esto hicieron pasar caballos por encima de él hasta que falleció. El Papa Clemente X los canonizó a ambos el día 6 de julio de 1670.
El sentimiento de devoción de los riclanos por sus santos mártires fue creciendo generación tras generación desde ese momento hasta que el 25 de mayo de 1732 las autoridades de Ricla se congregaron para proclamar el voto a san Teopompo y san Sinesio.
Como anécdota hay que destacar que Ricla es el único pueblo de España que tiene por patronos a los santos Teopompo y Sinesio.
El 21 de mayo, día en el que se conmemoran los santos Teopompo y Sinesio, ha sido siempre festivo en Ricla. Ese día se celebraban los actos religiosos: misa y procesión hasta el pilón de los Santos. Desde los años 80 los vecinos han querido recordar de manera especial estas fiestas y aprovechan el fin de semana más cercano para organizar una agenda de actos festivos. En la actualidad, las fiestas en Honor a San Teopompo y San Sinesio presentan un sinfín de actividades lúdicas, taurinas y religiosas.
Las fiestas de los pueblos son una de las pocas tradiciones que apenas han sufrido cambios a lo largo de los años. Durante unos días, los riclanos siguen dejando a un lado sus quehaceres diarios y llenando las calles de bailes, música y diversión. En una sociedad en la que la cultura religiosa ha quedado relegada a un segundo plano, los santos son, todavía hoy, la esencia de estas fiestas. Por eso, vecinos y visitantes seguirán celebrando cada año el 21 de mayo y el 22 de julio renovando año tras año los votos que sus antecesores formularon siglos atrás.
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